BUENOS AIRES SIGLO XX

Contar la historia de un país, es contar también la de su gente. Para entender el presente es necesario repasar el pasado y eso es lo que intento a través de este blog, con un agregado personal, contar la historia de mi familia dentro del contexto sociopolítico de la Argentina. La historia debería ser leída desde la primera entrada, donde narro mi partida del país hacia Europa, el viaje justamente inverso que hiciera mi abuelo Francisco con una maleta cargada de sueños y la esperanza de un mañana mejor.

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jueves, 20 de enero de 2011

La crisis del ´29

            Argentina, ese país lejano a la vista de los europeos, ajeno de toda batalla mundial, desprovista de hambre y pobreza que abría los brazos a los que huían de aquella Europa desgarrada y sangrante, iba a cambiar. Si bien es cierto que no había guerras libradas en su territorio y que no caían bombas en sus calles también era cierto que el peor enemigo es el que se tiene dentro de casa y al que no se puede echar. 
                   Francisco, aquel inmigrante italiano que desembarcó a los 18 años en el puerto de Buenos Aires y que se iba a amoldando a las costumbres porteñas iba a notar el cambio. Como cada mañana, se levantaba antes que el alba, incluso los gallos dormían a esa hora, pero a él le gustaba ese silencio matutino sentado en un viejo café junto a una gran ventana con vistas al Riachuelo. Mientras apuraba un café con leche humeante y devoraba una medialuna su vista permanecía fija en ese inmenso río y su mente retrocedía en el tiempo para recordar su largo viaje a través del Gran Charco. Ni el sonido de aquella cafetera ni los acordes de ese bandoneón triste lo hacían volver en sí. El seguía bebiendo su café en silencio, pensativo. Quizás estaría imaginando lo feliz que serían sus padres, en la Italia que dejó, si supieran de sus logros. O tal vez se angustiaba con la idea de nunca más volver a verlos para poder contárselo.

Poco a poco se acercaba la crisis del ´29, esa crisis mundial exportada por Estados Unidos al resto del mundo que tuvo su fecha de inicio el 24 de octubre de 1929  dando su coletazo final en 1939. Un crack de la bolsa de Wall Street debido al sobreprecio de valores que cotizaban desde hacía años al alza por motivos especulativos había sido el detonante. A causa de ellos se generaliza una cierta desconfianza ante el sistema capitalista que radicaliza ideológicamente a las clases desfavorecidas y a aquellas que salen peor paradas  con la crisis: la clase media. En esta época tiene un auge espectacular el comunismo y el fascismo. En Italia, las corporaciones industriales ya había tomado el poder por medio del fascismo. Otra consecuencia de la crisis es el elevado número de parados.
Los valores bursátiles se devalúan. La bolsa de Nueva York es el principal foco de especulación del mundo. La venta de acciones especulativas arrastró a las demás e hizo irreversible la crisis. Los especuladores se arruinan, eran muchos, incluso personas normales, los que tenían sus ahorros especulando en la bolsa. Los bancos quiebran y faltan capitales para la industria y todo ello de repente. El miedo detiene la inversión, el paro aumenta, los precios caen, se descapitaliza la banca con lo cual no se pueden pedir créditos. El consumo se contrae, sobre todo el de los productos industriales. Los precios industriales también caen y la superproducción produce deflación de los precios al consumo, pero las compras eran aún menores. El consumo desciende. El detonante principal fue en realidad, la caída de los precios agrícolas del comercio internacional y las restricciones del crédito. El patrón oro para el valor de las monedas dejó de tener sentido y dejó de ser un sistema capaz de solucionar problemas. Las economías ya no dependían del oro sino de la capacidad industrial y la posibilidad de hacer negocios y ganar dinero.
            Argentina, granero del mundo en ese momento, gran exportador agrícola- ganadero no iba a estar ajeno a esta crisis y los argentinos tampoco. Francisco vería como la tierra prometida, a la que había llegado hacía ocho años y lo había dejado crecer económica y personalmente le daría un revés a su bolsillo y su calidad de vida. El no sabía de economía ni los pormenores de las bolsas bursátiles y que todo ello podía traerle consecuencias directas. El sólo quería trabajar y cumplir sus sueños. Leía los periódicos cada mañana en aquel bar y las noticias no eran alentadoras. Lo peor estaba por venir.
            La crisis que exportó Estados Unidos obligó al abaratamiento de los costes de transporte y de los productos en el mercado internacional con lo que a cualquier país extranjero le resultaba mas barato comprar productos estadounidenses a bajo precio que fabricarlos. Pero esa exportación de la crisis tuvo un efecto rebote de retroalimentación, puesto que los países que entraban en crisis también bajaban sus precios y ponían en el mercado internacional productos mas baratos que los estadounidenses, con lo que la crisis volvió a Estados Unidos y multiplicada.

El estallido de la crisis obligó a los gobiernos del todo el mundo a adoptar medidas proteccionistas como subir los tipos de interés y los aranceles, lo que terminó de afectar a Estados Unidos en el retorno de la crisis.  Se devaluó la moneda en casi todo el mundo. La crisis también supuso el fin de la emigración, sobre todo la emigración americana. Otra consecuencia fue la sustitución de las manufacturas que antes se importaban por productos nacionales. Había que estimular el mercado interno. Con estas medidas se reduce el mercado internacional. Argentina vería su economía dañada  por ser un gran exportador. Desde 1930, los poderosos hacendados presionaron para que la Argentina firmara con Gran Bretaña un acuerdo para asegurar la cuota de exportación de carnes al mercado inglés en los niveles anteriores a la crisis.     El pacto Roca-Runciman aseguraba cuotas de exportación para las carnes argentinas que afirmó el vínculo comercial con Gran Bretaña. El vicepresidente Roca resumió en una frase el espíritu de la delegación negociadora: “por su importancia económica, Argentina se parece a un gran dominio británico”.
Irigoyen había sido reelegido en 1928 con el 57, 4 % de los votos. Volvía al poder con 76 años en uno de los períodos más complejos de la historia argentina debido a la crisis mundial. Los efectos de la crisis fueron graves, se produjo el colapso del sector agroexportador. Así, el país empezó a endeudarse, el gobierno perdió apoyos internos y los golpistas – principalmente los sectores conservadores y militares – encontraron un buen sustento para el golpe militar que derrocaría al presidente Irigoyen.

El colapso del sector agrario hizo que muchas personas se desplazaran de los campos a las ciudades formando los barrios periféricos. Ese aumento poblacional en las ciudades hizo que empezaran a crearse más industrias para dar trabajo a esta masa de gente desplazadas del campo.
Francisco no era ajeno a estos cambios, el país que vio al descender de aquel barco no era el mismo pero él ya se sentía parte de esa tierra, de su gente, de sus costumbres y sus problemas. Francisco plegó el gran periódico, dejó escapar un suspiro largo, resignado, dio el último sorbo a aquel café, ya frío, se acomodó el abrigo y salió del bar rumbo a su trabajo. El aire frío de la mañana lo espabiló, le estiró la piel. Respiró hondo y oteó el horizonte, mas allá del límite del Riachuelo, donde la vista se pierde y nace la imaginación y en ella, él imaginó su Italia natal, la cara de sus padres y el olor de las calles que dejó. Francisco imaginó un futuro mejor, uno al que quizás nunca llegaría a conocer.

VIDEO DOCUMENTAL DE LA CRISIS DE 1929